La décima entrada del equipo de X-Men regresa a Rogue y Wolverine a escena, siendo ellas el principal punto de acción del ejemplar.

Resumiendo: la Wolverine Laura Kinney y los Hombres-X descubren que en Phobos, el miembro de Orchis, Feilong (a quien conocimos en el primer ejemplar del volumen actual) parece tener una colección de adamantium a su disposición. Es tarea de Wolverine descubrir a qué se debe y posiblemente, descubrir qué se trae entre manos el hombre.

En primera, cualquier versión de Wolverine es emocionante cuando tiene una historia que pueda desarrollarse de manera interesante. Laura es una favorita de los fans desde su época como X-23, y el desarrollo de ella ha sido muy bien dirigido (principalmente la serie que tuvo como Wolverine, que nos presentó más sobre ella y a su clon-hermana Scout).

Ver a Laura ser el centro de la acción es fabuloso. Y ver que Rogue tiene más actividad que en ejemplares más recientes es el doble de sensacional, ya que no se le había visto mucho movimiento al personaje. Aunque es más por asistencia a la Wolvie femenina, el papel de Rogue en este número diez es balanceado de acuerdo al plan de Laura, quien se halla rescatando a la persona menos esperada: Lady Deathstrike, una de las enemigas más reconocibles de Logan.

X-Men #10 no se ve tan espectacular como entradas del título previas, pero es llamativo por, precisamente, el manejo de Laura y Rogue. Feilong no ha demostrado nada fuera de lo normal aún, incluso cuando se le ha visto como un adversario temible para los mutantes, tanto por pertenecer a Orchis como por haberles quitado a una de las lunas del anterior planeta Marte, ahora Arakko (como en los juegos de mesa tipo turista mundial o Monopoly).

¿Podremos esperar más en el siguiente ejemplar? Muy posiblemente por la inesperada aparición de Rocket Raccoon al cierre. Aunque, como los fans de los X-Men saben, se acerca el evento Judgement Day, que pone en un crossover a los Vengadores y a los Eternos y que es el evento Marvel de este verano.

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