Reseña: 65 al borde de la extinción

Tras la partida de Jurassic World, una de las franquicias más icónicas del cine biopunk y de aventuras, la audiencia ha estado buscando una nueva fórmula para saciar su apetito de acción y emoción. En este contexto llega 65: al borde de la extinción, una película que se adentra en el terreno de las aventuras y la acción con los dinosaurios como parte de la trama principal, aunque con algunos fallos que comprometen su éxito.

Fuente: Rolling Stone

65: al borde de la extinción nos narra la historia de Mills (Adam Driver) un humanoide, y cabe aclarar que es un humanoide porque aunque se parece a un humano, cuenta con estructuras anatómicas similares a las de un humano, respira oxígeno como un humano, tiene hambre y sueño como un humano, no es humano, pues vive en un planeta diferente a la Tierra, en una ubicación desconocida del universo.

Este humanoide parece pertenecer a una civilización avanzada tecnológicamente, lo que les permite viajar entre diferentes lugares del espacio. Mills tiene una hija que está enferma y requiere un tratamiento el cual podrá costear si realiza un viaje de dos años trasladando a varias personas hasta otro destino del universo.

Lamentablemente, nuestro protagonista sufre un accidente que lo deja varado en la mitad de un planeta desconocido (una Tierra alternativa a la nuestra) lleno de reptiles gigantes y dinosaurios de los cuales tendrá que huir con ayuda de una niña llamada Koa (Ariana Greenblatt) quien aparte de él, es la única sobreviviente. Los dos tendrá que cruzar a través de paisajes “cretácicos” llenos de peligros para buscar como escapar de aquel extraño lugar.

Una historia mal ejecutada

La historia de 65 es impactante en cuanto nos propone un escenario en donde antes de la existencia de los humanos, otros seres humanoides llegan a la Tierra por accidente, encontrándose en pleno fin de la era cretácica, con el planeta amenazado por miles de asteroides.

Desde los primeros momentos de la película, el ambiente de tensión en 65 se hace palpable al percatarnos de la existencia de seres más grandes, poderosos y peligrosos que cualquier otro que el protagonista haya enfrentado antes. Queda claro que el planeta al que han llegado no es un lugar acogedor y seguro para ellos, y tanto él como su compañera Koa se convierten en presas en este entorno hostil.

Fuente: El Tiempo

A medida que la trama avanza, Mills y Koa se ven obligados a huir y disparar en una serie de eventos fortuitos, de los cuales suelen salir airosos de manera sorprendentemente fácil, lo que elimina la sensación de que están luchando por sobrevivir contra un mundo lleno de criaturas que los acechan constantemente. En lugar de mostrar su ingenio y determinación para lograr su cometido, parece que la suerte los salva una y otra vez.

Aparte de ello, Mills y Koa son personajes desaprovechados en todo sentido, apenas se construye un poco de su historia, siendo Koa de quien básicamente apenas sabemos que viajaba en la nave junto a sus padres y que durante toda la película no se sabe comunicar con el protagonista, pues habla un idioma diferente.

Aunque Adam Driver ha demostrado su capacidad actoral en películas como Historia de un matrimonio, White noise y Paterson, en esta ocasión su personaje se limita a ser un humanoide varado en un planeta desconocido, que tiene como única preocupación volver a su planeta. Desafortunadamente, la construcción del personaje es débil y no se evidencia una personalidad consolidada. Solo podemos deducir, por su habilidad para sobrevivir en un entorno hostil, que pudo haber tenido algún entrenamiento militar en su planeta de origen.

The Last of…

Mills, alejado de su hija enferma, pone en manifiesto su instinto paternal y protector en Koa, la otra sobreviviente de aquel accidente. Sin embargo, pretender establecer un vinculo entre los dos personajes a lo largo de la historia se queda bastante flojo debido a la barrera del idioma que los separa. Aunque se entiende que se trata de un intento de mostrar la diversidad cultural del universo de la película, esta elección limita la capacidad de la protagonista para tener un mayor impacto en la trama y profundizar su relación con Mills.

Fuente: Filmaffinity

Sin humor exagerado

En momentos de peligro, el humor puede ser una herramienta importante para aliviar la tensión y distraernos de la situación. En este sentido, 65 logra manejar con prudencia el aspecto del humor en la mayor parte de la película, con situaciones que causan gracia sin llegar a ser forzadas o exageradas. A diferencia de otras películas que abusan del humor para distraernos de la trama (*cof cof* Marvel *cof cof*), 65 logra mantener el equilibrio y permitir que nos enfoquemos en lo realmente importante: la supervivencia de los dos protagonistas.

Paisajes jurasi… perdón, cretácicos

Aunque no somos expertos en paleontología, puede que la película cometa errores al presentarnos paisajes y seres vivos que no son del todo precisos. No obstante, en algunos momentos la cinta logra impresionarnos con entornos maravillosos donde la naturaleza es la única reina. Los efectos especiales son competentes en su mayoría, especialmente en la recta final de la película.

En resumen, 65 al borde de la extinción es una película regular, que puede resultar entretenida en ciertos momentos gracias a sus efectos especiales, pero que falla en aspectos importantes como el guión y el desarrollo de personajes. Aunque una secuela o un spin-off podrían haber sido posibles, lo más probable es que la película quede en el olvido, como tantas otras cintas de dinosaurios que han llegado y desaparecido sin dejar huella…o fósil.

Deja un comentario