«El Conde», la visión única de Pablo Larraín, nos transporta a un mundo donde la historia y la fantasía se entrelazan. La película, ganadora del premio al mejor guion en el 80 Festival de Cine de Venecia, es un retrato satírico y gótico de la figura del dictador chileno Augusto Pinochet, transformado en un vampiro de 250 años de edad. Este curioso y satírico enfoque nos permite explorar de manera única y provocativa el legado de un régimen marcado por la represión y la impunidad.

Pinochet como vampiro
El argumento de «El Conde» es audaz y provocativo. La película nos sitúa en un universo paralelo donde Augusto Pinochet se convierte en un vampiro después de descubrir su naturaleza en la Francia del siglo XVIII. Este enfoque fantástico le permite a Larraín explorar de manera simbólica la historia de Pinochet y su régimen de represión.

El vampirismo se convierte en una metáfora efectiva para representar la sed de poder y sangre del dictador. Pinochet, interpretado de manera magistral por Jaime Vadell, es retratado como un ser desgastado por los años y la inmortalidad. Su búsqueda constante de víctimas y la transformación de sus corazones en un macabro puré de sangre son detalles que reflejan su brutalidad y falta de empatía.
La narrativa se desarrolla con una estructura en capas, alternando entre el pasado y el presente de Pinochet. A medida que el espectador descubre más sobre su historia, se revela la profundidad de su maldad y su sentido de impunidad. A pesar de su enfoque fantástico, la película no escatima en mostrar la brutalidad y el sufrimiento causado por el dictador en la realidad.
Entre lo gótico y lo siniestro
Desde el primer fotograma, «El Conde» se sumerge en un mundo visualmente impresionante. La elección de rodar en blanco y negro, a cargo del talentoso Ed Lachman, es un acierto estilístico que enfatiza la sensación de lo atemporal y lo siniestro. La película se desarrolla en la remota Patagonia chilena, donde los paisajes desolados y la naturaleza agreste se convierten en un telón de fondo perfecto para la decadencia del protagonista.

Lachman, conocido por su trabajo en películas como «Carol» y «Far from Heaven,» logra capturar la belleza de la desolación y la crueldad con imágenes que evocan el cine gótico clásico. La fotografía se vuelve un elemento narrativo esencial al resaltar la dualidad de la historia: la opulencia de la aristocracia frente a la miseria del pueblo. Los planos amplios y los encuadres meticulosos se combinan con la iluminación expresionista para crear una atmósfera inquietante y hermosa a la vez.
La sangre y la violencia gráfica son elementos importantes en la estética de la película. Larraín no escatima en mostrar la brutalidad del vampiro y su falta de humanidad. Sin embargo, estas representaciones visuales se equilibran con una belleza y un simbolismo que elevan la película por encima de la simple explotación del horror.

La música, a cargo de Juan Pablo Ávalo y Marisol García, complementa de manera magistral la cinematografía. Con cuerdas vibrantes y melodías sombrías, la banda sonora intensifica la sensación de misterio y peligro que rodea a Pinochet. La combinación de la cinematografía y la música hace que «El Conde» sea una experiencia visual y auditiva impactante.
Vadell y el elenco
El elenco de «El Conde» ofrece interpretaciones sólidas que contribuyen significativamente a la atmósfera de la película. Jaime Vadell, en el papel de Pinochet, se destaca por su capacidad para transmitir la decadencia y la crueldad del personaje. Su actuación logra humanizar al vampiro, a pesar de su monstruosidad, y nos permite vislumbrar los matices de su personalidad.
Alfredo Castro, colaborador frecuente de Larraín, interpreta al mayordomo Fyodor, un personaje que busca emular a su señor vampiro. Castro ofrece una actuación memorable y ligeramente cómica que agrega un toque de humor negro a la película. Paula Luchsinger, en el papel de la monja exorcista Carmencita, aporta una sensación de misterio y desafío moral a la trama.

Fuente: Netflix
Gloria Münchmeyer como Lucia, la esposa de Pinochet y Stella Gonet como la «narradora británica» también brindan interpretaciones sólidas que complementan el elenco. En conjunto, el elenco logra capturar la complejidad de los personajes y su relación con el vampirismo como metáfora.
«El Conde» como sátira y crítica social
«El Conde» no es simplemente una película de terror o una fantasía vampírica. Es una crítica audaz y provocativa llena de referencias a la historia reciente de Chile, con un enfoque en el régimen de Augusto Pinochet. A través de la metáfora del vampirismo, Larraín explora la brutalidad, la impunidad y la sed de poder que caracterizaron el período de la dictadura.
Adentrándose en la memoria histórica de Chile, a 50 años del golpe, un tema delicado, pero fundamental, la película nos recuerda los horrores de la dictadura, que incluyeron la persecución, la tortura y la desaparición de miles de chilenos. La impunidad de Pinochet hasta su muerte en 2006 sigue siendo una herida abierta en la sociedad chilena.
La elección de convertir a Augusto Pinochet en un vampiro de 250 años de edad es más que una mera fantasía cinematográfica; es una poderosa metáfora de la naturaleza depredadora de su régimen. Pinochet, interpretado de manera magistral por Jaime Vadell, encarna la figura del tirano sediento de poder y sangre. Su inmortalidad simboliza la sensación de impunidad que rodeó su mandato.
Explorando lo histórico y lo sociopolítico
La película utiliza el vampirismo como un símbolo de la voracidad del dictador y su régimen, que se alimentaron de la represión, la violencia y la corrupción. Esto nos lleva a reflexionar sobre cómo los regímenes autoritarios, en su búsqueda insaciable de poder, a menudo sacrifican las vidas y los derechos de las personas comunes.

En la cinta, la figura de la monja exorcista Carmencita, interpretada por Paula Luchsinger, actúa como una notaria de los crímenes de la familia Pinochet. Su presencia resalta la necesidad de recordar y documentar los abusos del pasado, para que las víctimas no sean olvidadas y se pueda avanzar hacia la justicia y la reconciliación.
Cada cierto tiempo, la película nos muestra que aquello que dejó la dictadura de Pinochet sigue vivo, no solo en la historia oficial, sino también en las formas en que la sociedad chilena aún se debate con su impacto. «El Conde» nos recuerda que la historia y la política están interconectadas y que la memoria histórica es esencial para comprender el presente y el futuro.
Ficha técnica
Título: El Conde
Director: Pablo Larraín
Guion: Guillermo Calderón, Pablo Larraín
Reparto: Jaime Vadell, Alfredo Castro, Paula Luchsinger, Gloria Münchmeyer, Stella Gonet
Fotografía: Ed Lachman
Música: Juan Pablo Ávalo, Marisol García
Género: Comedia, Terror, Sátira
Año: 2021
Duración: 1 hora 50 minutos
Plataforma: Netflix
