Es inevitable no sentir aprecio y acompañar con cierto encanto su decadencia romántica (en los abismos de lo que ya no será la DC en películas de live action) en esta segunda y última «actuación destacada» de Jason Momoa, musculoso y mojado, como el señor de Atlantis.
Incluso en un enfoque cinematográfico crítico «imparcial», resulta difícil no enviarle ondas de simpatía a ‘Aquaman y el reino perdido’, una aventura bajo mares que evocan el estilo de Esteban Maroto en ‘Las Crónicas de Atlantis‘ (su destacada contribución a la historieta del personaje junto al esencial guionista Peter David).

Consciente o inconscientemente, la película parece ser una escapada de lo que la DC, con James Gunn al timón, no será en el futuro; algo que ni siquiera era la propia DC cuando James Wan dirigió ‘Aquaman’. Si en la primera entrega la película buscaba ser ingenua y libre dentro del universo liderado por Superman y Batman, en su continuación esa premisa se maximiza.
La road movie submarina que une a los hermanastros y antagonistas personajes de Momoa y Patrick Wilson se presenta como un mundo aparte, ajeno a Gunn, Snyder y otros cineastas que han trabajado en él con mayor o menor éxito.
¿Qué clase de película es Aquaman el Reino Perdido?
‘Aquaman y el reino perdido‘ es una especie de ‘Le seguían llamando Trinidad‘ (con el recurrente gag sobre si uno de los dos protagonistas puede confiar en el otro; las peleas ocasionales con Manta Negra…) y se asemeja a un péplum acuático con un musculoso de pocas luces y un compañero guapo, más despreocupado, saltando de lugar mitológico a lugar mitológico sin que importe la sucesión desordenada de estas aventuras.

Anteriormente, James Wan mencionó que esta nueva película de Aquaman se inspira en los antiguos seriales cinematográficos de Flash Gordon y las novelas de Edgar Rice Burroughs (publicadas en entregas en revistas pulp). Y, sí, eso es completamente cierto en estos tiempos modernos que nos ha tocado vivir. La estructura desorganizada de ‘Aquaman y el reino perdido‘ podría deberse a montajes traumáticos, recortes y escenas filmadas fuera del control de James Wan, aunque en el fondo sigue siendo una película muy «waniana«: padres de familia sumergidos en territorios extraños y peligrosos para proteger a los suyos y que descubren cosas oscuras sobre ellos mismos.
¿Qué podemos esperar?
A pesar de sus problemas de posproducción con DC y Warner, ‘Aquaman y el reino perdido‘ refleja la actitud de los viejos seriales de Flash Gordon de 1936 (con hombres tiburón incluidos), sus cliffhangers y su inocencia extrema, algo que puede parecer tontería para los espectadores modernos incrédulos. Sin duda, también se encuentra la influencia de Burroughs en este «continuará» (aunque sabemos que nunca llegará) que es ‘Aquaman y el reino perdido‘: John Carter en un Marte subacuático, en una space opera donde se suceden mundos diferentes y extraños, tan kitsch como los califatos de las historias más locas de Tarzán o las exóticas películas de la Universal de los años 40. Quizás a la película de James Wan le falta un compromiso más audaz con el material pulp y popular que maneja, posiblemente debido a los problemas con DC y Warner, así como la falta de entidad de sus (innecesarios) villanos.

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Aunque a veces exhibe una pomposidad que no le va bien y personajes secundarios que ya no interesaban en ‘Aquaman‘. Sin embargo, incluso así, no puedo renegar de esta película tan ideal en estas fechas, perfecta para sumergirse en un cine que podría ser como nuestras salas de estar de los 70 frente al desfile de gloriosas películas seleccionadas por TVE en su añorado ‘Especial Vacaciones‘. No puedo (ni quiero) darle la espalda a ‘Aquaman y el reino perdido‘, tan encantadoramente absurda como los dibujos animados televisivos de la Filmación, con el superhéroe más «Alfredo Alaria» de la DC, enfundado en un maillot de lamé y cabalgando un caballito de mar.

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