Opinión: Mi amigo robot (Robot Dreams)

Sara Varón, una talentosa ilustradora, escritora de cuentos infantiles y autora de cómics, originaria de Illinois, pero afincada en Nueva York, ha confesado en alguna ocasión su dificultad para dibujar personas, lo que la ha llevado a explorar la tradición de las criaturas antropomórficas en sus obras. Sus relatos a menudo nos presentan parejas inusuales, como un gato y un pollo, un pastelito y una berenjena, y un perro y un robot, estos últimos protagonistas de su novela gráfica «Robot Dreams».

Artes conceptuales de Root Dreams.
Imagen: Internet

¿Qué tan bello puede ser el AMOR entre un perro y un robot?

La relación entre humanos y robots ha sido explorada de manera conmovedora en el cine infantil a través de clásicos animados como «El gigante de hierro», «Big Hero 6» y «Astroboy», este último considerado una piedra angular del anime. En el ámbito de la acción real, hemos presenciado intentos de interacción entre robots y humanos en películas como la comedia «Corto Circuito», el drama de ciencia ficción «IA: Inteligencia Artificial», y la ingeniosa «Robot & Frank». Ahora, Pablo Berger, conocido por su obra maestra silente y surrealista «Blancanieves», se suma a este repertorio con un nuevo clásico instantáneo de la animación, adaptando de manera arriesgada y magistral el cómic de Varón.

¿Se necesitan palabras para expresar sentimientos?

Tanto el cómic de Varón como la película de Berger prescinden de diálogos, confiando casi exclusivamente en imágenes para narrar sus historias. Berger aprovecha el medio audiovisual y utiliza la canción «September» de Earth, Wind & Fire para intensificar el contenido emocional de esta historia conmovedora sobre un perro y su amigo robot. Este recurso ya había sido utilizado por Berger en su película «Abracadabra», donde una popular canción ochentera de Steve Miller Band formaba parte integral de la narrativa.

¿Qué clase de película es «Mi Amigo Robot»?

Describir «Robot Dreams» como una simple película infantil sobre la amistad sería quitarle el lugar que se merece, pues en realidad es más que un cliché, ofreciendo una reflexión profunda sobre la naturaleza y los altibajos de las relaciones afectivas. Al igual que Fernando Trueba con sus aclamadas obras de animación para adultos «Chico & Rita» y «Dispararon al pianista», gracias a su colaboración con el artista plástico Javier Mariscal, Berger se une a los animadores y dibujantes de cómics José Luis Ágreda y Benoît Feroumont para crear una historia melancólica ambientada en la Nueva York de los años ochenta, donde los animales antropomórficos han tomado el lugar de los seres humanos y los robots son compañeros para las almas solitarias.

Cuadro sacado directamente de Robot Dreams.
Imagen: Internet

El primer acto de la película está lleno de alegría, pero un trágico incidente en el segundo acto, que es mejor no revelar, conmueve profundamente al espectador. El título original, «Robot Dreams», hace alusión a obras literarias de Isaac Asimov y Philip K. Dick, así como al robot creado por Varón que sueña con reunirse con su amigo. Los homenajes al cine clásico, la dirección de arte de Yuko Harami y la música de Alfonso de Vilallonga son elementos esenciales para el cambio tonal orgánico de la película, que termina por romper nuestros corazones y luego intenta sanarlos en su epílogo.

Dado que las criaturas antropomórficas en la película de Berger no tienen género definido, «Robot Dreams» puede interpretarse como una historia de amistad o incluso como una historia de amor, ya que la amistad, el amor y la pérdida son temas universales que nos definen como seres humanos. Si la película es percibida como una historia de amistad o romance gay queda a discreción del espectador. Lo cierto es que Berger logra un verdadero milagro al crear una película sobre un perro y un robot que comunica con elocuencia las complejas emociones humanas.

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