La innovación, o simplemente el hecho de querer ser único y original en el cine de terror cuando se trata de posesiones demoníacas, es una tarea difícil. La mayoría de las historias en este género tienden a centrarse en casas embrujadas o antiguos conflictos entre una entidad sobrenatural y un sacerdote escéptico, por mencionar algunos ejemplos. Sin embargo, De noche con el diablo (Late Night with the Devil), dirigida por los hermanos Cameron y Colin Cairnes, toma un rumbo distinto que se siente más como una leyenda urbana que como una clásica historia de horror.

En 1977, Jack Delroy (interpretado por David Dastmalchian) intenta revivir la popularidad de su programa nocturno de variedades, «Night Owls», con un especial de Halloween espeluznante. Pero su desmedida ambición lo lleva a presentar una posesión demoníaca en vivo por televisión nacional, lo que desencadena fuerzas sobrenaturales que amenazan con perturbar la paz de los espectadores.
El guion de De noche con el diablo emplea inteligentemente la estructura de un talk show para construir el personaje principal y alimentar el misterio que lo rodea. Cada segmento e invitado agrega capas de profundidad al secreto que oculta Jack, pero lo hacen de manera sutil, involucrando al espectador y dejándolo con preguntas que podrían no tener respuestas.
El formato de programa de televisión permite a los directores explorar otros temas del terror, como el metraje encontrado, el espiritismo, las posesiones demoníacas, los cultos satánicos, las sociedades secretas y el horror cósmico; todo esto se presenta de manera orgánica e ingeniosa, enmarcado en lo que parece ser un inofensivo especial de Halloween. Sin embargo, las escenas detrás de cámaras sugieren que hay algo oscuro en la relación entre Jack y los productores.

Los misterios, las conspiraciones y el miedo palpable entre los creadores del programa culminan en la secuencia de la posesión de Lilly (Ingrid Torelli), donde finalmente todas las piezas del rompecabezas encajan. Lamentablemente, los minutos finales de la película desechan toda la sutileza y el misterio: el guion no confía en la inteligencia del espectador y ofrece una explicación apresurada en una serie de planos cuyo único propósito es generar un impacto innecesario, restando valor a la película.
David Dastmalchian (Drácula: Mar de sangre) interpreta a un Jack Delroy tan carismático como egoísta y ambicioso. Con su monólogo inicial, típico de este tipo de programas, Dastmalchian logra conectar con el espectador: es un presentador afable y divertido, su historia personal lo hace trágico, su sonrisa transmite confianza, y sus reacciones ante los extraños sucesos en el programa parecen genuinas. Sin embargo, es durante los cortes comerciales cuando su verdadera personalidad egocéntrica emerge, revelando que solo le importa aumentar su audiencia, sin importar el costo para la vida y seguridad de los demás.

Como mencioné, la secuencia de la posesión demoníaca es el núcleo que da sentido a toda la historia, y es realmente espectacular gracias al increíble trabajo de Ingrid Torelli (Force of Nature: The Dry 2). En De noche con el diablo, la presencia del demonio se presenta casi como una segunda personalidad dormida en el interior de la niña, y Torelli abraza ambas facetas de su personaje: Lilly es una chica dulce, amable y servicial que intenta superar los traumas de su pasado; por otro lado, el demonio dentro de ella es una entidad poderosa y destructiva con intenciones ocultas. La voz y la corporalidad de Torelli son esenciales para transmitir esta dualidad, ya que con un simple cambio de postura es capaz de helar la sangre de los espectadores.
Los aspectos técnicos son extraordinarios, recreando de manera convincente la estética de los años setenta. El diseño del set donde se graba Night Owls toma elementos de programas de la época como The Merv Griffin Show o The Tomorrow Show y los combina para crear su propia versión de un programa nocturno de variedades; la fotografía se limita al uso de tres cámaras, como en los programas de televisión, lo que ayuda a crear una experiencia inmersiva y a la vez limita nuestro conocimiento espacial del set. Cada detalle se siente auténtico, convenciéndonos de estar ante una grabación antigua que nadie más ha visto.
De noche con el diablo es una cinta de terror efectiva que sabe atrapar a su audiencia a través de sus elementos técnicos, personajes y giros argumentales, construyendo una experiencia inmersiva e hipnótica. David Dastmalchian ofrece una actuación increíble como nuestro guía a través de los horrores de este programa de televisión, pero lamentablemente, los momentos finales que pretenden impactar al espectador terminan siendo redundantes y debilitan el clímax. Curiosamente, en cierta forma, los hermanos Cairnes se convierten en Jack Delroy: no saben cuándo detener el espectáculo y dejar al espectador con la duda de si todo fue real o simplemente una serie de trucos para engañar a la audiencia.
